¿Qué son las Constelaciones Familiares y por qué lo que viviste en tu familia sigue presente en vos?
- Gabriel Rivera
- 10 jul
- 2 Min. de lectura

Muchas veces no entendemos por qué reaccionamos como reaccionamos. Por qué nos cuesta soltar ciertas emociones, por qué repetimos situaciones que decimos no querer. Pero si uno se detiene a mirar con atención, empieza a encontrar una pista: muchas de esas respuestas tienen sentido si las ponemos en el contexto de la familia en la que crecimos.
No me refiero solo a la infancia. Hablo de lo que está en vos como una forma de mirar, de sentir y de actuar. Cosas que tal vez no elegiste conscientemente, pero que hoy forman parte de tu manera de estar en el mundo. No importa si vinieron de mamá, de papá, o de historias más atrás. Si están en tu vida, te pertenecen. Y lo que te pertenece también lo podés mirar, cuestionar y transformar.
Lo que hacemos en una Constelación
Una Constelación Familiar no es una solución mágica ni una fórmula para “sanar”. Es una forma de ver. Una manera de poner afuera eso que sentimos adentro y que a veces no podemos nombrar. Trabajamos con lo que hay: un problema concreto, una emoción que se repite, una sensación corporal. Y desde ahí, lo llevamos al espacio, representado con papeles, objetos o personas.
Lo que aparece no es una verdad absoluta. Es un mapa. Y como cualquier mapa, te ayuda a orientarte. A veces lo que se ve es sencillo, otras veces duele. Pero siempre es tuyo. Y cuando lo podés ver desde otro lugar, empiezan a aparecer nuevas formas de estar frente a eso.
Un caso: cuando el amor se vuelve amenaza
Hace poco trabajé con una mujer que no podía estar en pareja. Quería, pero algo se rompía cada vez que alguien se le acercaba emocionalmente. En la Constelación apareció una imagen que le hizo sentido: su madre había sufrido con los hombres, su abuela también. Había mucha rabia y mucha desconfianza guardada en el sistema. Y sin darse cuenta, ella se había quedado con esa mirada.
No porque alguien se la impusiera, sino porque era lo que había aprendido. Amar era poner en riesgo la lealtad con su madre. Entonces no lo hacía. O lo hacía a medias. En la Constelación pudo ver eso y, por primera vez, elegir con claridad: no alejar el amor, sin dejar de amar a su madre.
Este es solo un ejemplo. Cada persona tiene su propia construcción, su propio dolor, su propia forma de defenderse. Lo importante no es repetir fórmulas, sino abrir la mirada.
No se trata de soltar lo que no es tuyo. Se trata de asumir lo que sí
No creo en eso de que lo que sentís “no te pertenece” porque viene de un ancestro. Si está en tu vida, si te atraviesa, si te afecta, es tuyo. El trabajo no es devolver nada, sino entender por qué eso está ahí, qué función cumple, y qué podrías hacer con eso si lo mirás distinto.
Eso es lo que hacemos en las Constelaciones: no inventamos una historia nueva, sino que iluminamos la que ya tenés. Y desde esa luz, muchas veces aparece una fuerza distinta. La fuerza de dejar de actuar por costumbre, y empezar a elegir.
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